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¡No me quiero quedar sola!

Esta frase se repetía una y otra vez en mi mente, me taladraba con un sentir frío, aterrador, vulnerable…

Este pensamiento venía a mi cabeza cada que yo pensaba en una posible separación y con tal fuerza que mi cuerpo se paralizaba y sentía un miedo indescriptible.

Es increíble, primero, la creatividad de nuestra mente para generar historias y fantasías catastróficas. ¡Claro! suelen ser tan reales que yo me creía cada palabra de la frase ¡NO ME QUIERO QUEDAR SOLA! y, segundo, el poder que le damos a nuestros pensamientos aunque sean inventados e irreales, los damos por ciertos y hechos poderosos… ups que riesgo!!

Después de un tiempo comprendí, incluso ya separada, que me sentía sola estando casada, no hacía falta divorciarme para quedarme sola. Y eso era más triste, me sentía sola estando con mi marido. Siempre busqué, buscamos, re-conectarnos, pero no hubo forma… quizá la maternidad, la paternidad, la rutina, el cansancio, la diferencia cultural, las diferencias de personalidad y de formas de criar y de pensar, los proyectos de vida, el miedo… no lo sé, lo que sí sé es que con todo el dolor de mi corazón no logramos re-conectar.

Recuperé la paz en el momento en el que fui consciente de que el significado de cada palabra lo doy yo. Cuando descubrí ese poder en mí fue mágico. Me di cuenta que al final de mi matrimonio, tanto él como yo, nos sentíamos solos, viviendo bajo el mismo techo y “en familia” pero desconectados. En realidad, mi mente me decía que me quedaría sola en el futuro y esa frase me aterraba porque me veía, literal, sola en una sociedad que celebra vivir en pareja… sin embargo, me tenía a mí primero que a nadie, además, tengo dos hijas que amo y siempre estarán a mi lado, tengo hermanos, padres, amigos… una vez más, mi mente creativa!!

En ese momento de dolor y sufrimiento de ver y sentir que mis sueños y planes habían tenido un giro, un cambio, por el divorcio, desde luego que me hacían vibrar desde el miedo. Todo lo que yo pudiera construir en mi mente era tenebroso y catastrófico, como parte de mi duelo…

Hoy, quiero compartir que no solo no me siento sola sino que me siento tan feliz, orgullosa y en paz conmigo, con el padre de mis hijas y con ellas mismas. Siento que abrazar mi duelo, aceptar la pérdida de mi pareja, con quien me vi envejecer, y reencontrarme han sido parte de mi propia transformación.

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